Barcelona busca el turismo MICE
- Gádor Cascales
- 20 mar 2017
- 3 Min. de lectura

El turismo de negocios, o turismo MICE (Meetings, Incentives, Conventions and Exhibitions), ha supuesto una auténtica revolución en los últimos años. Los beneficios que genera han provocado que las principales capitales europeas compitan por lograr convertirse en las ciudades que más congresos y ferias acojan al año, pues de esta manera, conseguirán generar un impulso en sus respectivas economías y fortalecer su imagen internacional.
Durante los últimos 20 años, el turismo MICE ha tenido un fuerte impacto en Barcelona. La celebración de eventos tan importantes como el Mobile World Congress, Smart City o Meeting Point entre otros, han convertido a la ciudad condal en una de las primeras ciudades de reuniones del mundo, solo por detrás de Berlín y París en el ranking ICCA.
Esta modalidad de turismo supone unos ingresos anuales de 5.000 millones de euros que se reparten entre las empresas que se dedican de manera profesional a la celebración y organización de congresos y ferias, y entre los diferentes sectores turísticos convencionales.
Como indicamos antes, en la capital catalana uno de los eventos más importantes, dentro de este tipo de turismo, es el Mobile World Congress. En la pasada edición, el evento consiguió atraer a 108.000 visitantes, lo que generó un impacto económico de 465 millones de euros. Sin duda esta cantidad de beneficios es la que provoca que entidades como el Consorcio de Turisme de Barcelona, que es la encargada de dinamizar y promocionar la oferta turística de la ciudad condal, se esfuercen cada año para que la ciudad consiga albergar un mayor número de eventos de este tipo.
Sin embargo, esto contrasta con el rechazo que últimamente se está produciendo en Barcelona por las fuertes oleadas de turismo masivo que dificultan la vida normal de los habitantes de la ciudad. Algunos de estos problemas fueron mencionados por el concejal de Turismo, Agustí Colom, para explicar los esfuerzos que está realizando el Ayuntamiento de Barcelona para lograr reformular uno de los principales motores económicos de la ciudad. Por ello, desde el Consistorio han puesto en marcha un plan estratégico para lograr solventar algunos de los problemas derivados del turismo, como la suciedad, la desaparición del comercio de proximidad o el aumento del precio de la vivienda, que son la cara amarga de un sector que, solo en Barcelona, genera beneficios de 20 millones de euros al día. Debido a esto, desde el Ayuntamiento también han querido dejar de promocionar la ciudad para evitar el aumento masivo de visitantes y gestionar el turismo que ya tienen, algo que contrasta con el ya citado esfuerzo que realizan desde el Consorcio de Turisme para convertir a Barcelona en la primera opción del turismo MICE.
Desde luego nos encontramos con dos tipos de turismo: el de ocio y el de negocios. El perfil de las personas que viajan a Barcelona por ocio es distinto al de las que lo hacen por trabajo, y en muchas ocasiones, también lo es su poder adquisitivo. No podemos comparar el beneficio que genera un estudiante que viene a la ciudad de visita, que el de un empresario que viene por negocios. Solo en el primer caso esa persona sería considerada como un turista o “guiri”, el segundo sería un hombre de negocios. Pero, ambos perfiles entran dentro del sector turístico, ambos son visitantes y por lo tanto ambos son responsables de los problemas generados. Desaprobar a uno y alabar al otro, sería caer en un discurso con remarcadas pinceladas de clasismo que, desde luego, no resolvería los problemas de la ciudad.
Alrededor de 90.000 personas están empleadas dentro del sector turístico en Barcelona y, según datos de la Seguridad Social, el turismo representa el 12% del PIB de la ciudad. Está claro que a pesar de sus desventajas, el turismo, tanto de negocios como de ocio, es un motor fundamental en la economía barcelonesa. Esto hace que deba preservarse y a su vez, controlarse, pero como indicamos antes, en ambas partes del sector. El turismo MICE también es turismo, también comporta problemas y también genera cuantiosos beneficios. Las críticas y las medidas del Ayuntamiento deben estar dirigidas hacia las dos partes, solo de esta forma se conseguirá un “turismo sostenible” que vuelva a generar la simpatía de la ciudad de Barcelona.
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