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“Entre tiburones” del periodista holandés Joris Luyendijk, es sin duda un libro altamente recomendable  para todo aquel que no entienda el mundo de las finanzas y, sin embargo, quiera acercarse a él y saber – por ejemplo – qué ocurrió durante el colapso del banco Lehman Brothers en 2008.

 

Cualquiera podría esperarse un libro denso e ilegible, con mucha información y una gran cantidad de tecnicismos. Pero éste no es “Entre tiburones”. Uno de los aspectos claves del libro y que, en mi opinión, le aporta tanto valor añadido es el hecho de que el autor adoptara la perspectiva de un novato para abordar el proyecto. Tal como anuncia muy bien la sinopsis del libro, “el antropólogo y periodista sabía tanto como cualquier  hijo de vecino sobre los enigmas de la actividad financiera”. No obstante, al contrario de lo que cabría esperar, esto no le supuso un impedimento, sino que terminó siendo una buena estrategia para que los expertos entrevistados usaran un lenguaje simple.

 

Dicen que los pequeños detalles marcan la diferencia. Como buen periodista, Joris Luyendijk tenía el material y los instrumentos para haber trabajado con la conocida “Tercera Persona” y haber escrito un libro expositivo y puramente informativo. Sin embargo, para demostrar que es cierto aquello que se dice sobre esos “pequeños” detalles, el autor decidió implicarse en el libro como algo más que un narrador que escribe con un estilo sencillo. El autor decidió que hablaría directamente al lector a través de su palabra escrita, transmitiéndole sus reflexiones, dándole su opinión respecto a un determinado tema y hasta confesándole dificultades como la que tuvo a la hora de encontrar  las fuentes. Porque sí, como buen periodista, Luyendijk tuvo que enfrentarse al hándicap de su profesión: el código de silencio.

 

“Entre tiburones” es diferente a los demás. Los protagonistas del libro no tienen en la mayoría de los casos nombre, ni tampoco ningún rasgo que pudiera reconocerles. Superar el código del silencio y la cultura del miedo es una tarea obligatoria para cualquier investigador que indague en las finanzas. Tal como afirma el autor, él lo consiguió ofreciéndole a sus fuentes un total anonimato. 

 

La elaboración de un libro podría compararse con la preparación de un plato: a mejores  condiciones de los ingredientes, mayor sabor. “Entre tiburones” podría haber sido un libro repleto de nombres y apellidos, un libro como muchos de los que se comercializan, con  declaraciones extraídas de las entrevistas realizadas en presencia del personal de relaciones públicas. “Entre tiburones” no contiene a penas nombres pero gracias a ello tenemos un libro con buenas declaraciones. ¿Sabía que la próxima crisis financiera global empezará con una caída de los sistemas de tecnología de la información? Es muy probable que no lo supiera y que lo haya sabido en este mismo instante con la declaración que Luyendijk consiguió de un consultor.

 

La lectura del libro es un trayecto perfecto de manos del autor desde – lo que el mismo denomina – la “fase de ignorancia” y la posterior “fase de negación” hasta la cima de la montaña que se escala capítulo a capítulo: la indignación.Todos los entrevistados afirman entre las páginas no haber sido partícipes de la crisis financiera. No obstante, confirman algo que sospecha gran parte de la ciudadanía – aunque después se mire hacia otro lado para no querer ver – y que por fin “Entre tiburones” demuestra: en la City de Londres no se pregunta si una propuesta es moralmente correcta o no porque su ética se fundamenta en la amoralidad. Esto significa que los conceptos de “bien” y “mal” no intervienen en el proceso de toma de decisiones. Luyendijk aporta varios ejemplos para ilustrar mejor este atropello a la conducta ética tal como la conocemos. Uno de estos ejemplos es denominar “conseguir una optimización fiscal mediante estructuras impositivas eficientes” al hecho de recurrir a agujeros en el código tributario para ayudar a grandes corporaciones y  a las familias pudientes a evadir impuestos.

 

Hay que admitir que es muy difícil no extrapolar esta valiosa información a la situación que se vive en España. Aunque sin duda, llevar a cabo una investigación para que una vez presentada al lector éste sepa examinar y ser crítico con el sistema, es otra de las virtudes del libro. Los entrevistados no se iban a sentar a explicarle al autor cómo la City estaba preparando el camino que llevaría a una nueva crisis, de la misma manera que el ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, no se citó con un periodista para confesarle la apropiación indebida que realizó por valor de 12,5 millones de euros. Sin embargo, de ahí la dificultad del autor para afrontar los encuentros con los más de doscientos expertos – directores de venta, abogados financieros, negociadores, analistas, etc. – con los que se reunió en dos años y medio.

 

“Entre tiburones” debe ser catalogado como un libro revelador que permite al lector reparar en que el mundo de las finanzas no está lleno de individuos que obran mal intencionadamente, sino de conformistas que no se preocupan del bien y del mal. Podría decirse que el principal objetivo de Joris Luyendijk fue excavar en el terreno de la City para desenterrar sus secretos. No obstante,  esto carecería de sentido si la población solo se limitara a pagar por entrar a su exposición y observar estos secretos sin hacer ninguna reflexión. Por ello, el autor incentiva este pensamiento crítico que continua in crescendo a lo largo de todo el libro con notas como la siguiente:

 

“Estoy convencido de que si pudiéramos enviar a toda la City a una isla desierta y pusiéramos en su lugar un nuevo grupo de 250.000 personas, enseguida volveríamos a ver el mismo tipo de abuso y mal funcionamiento. El problema es el sistema […]”

 

La sensación que posee el lector cuando acaba el libro es de miedo e indignación. Si uno se percata se da cuenta de la metamorfosis que hay detrás de una simple lectura: se comienza el primer capítulo siendo desconocedor de cualquier cuestión sobre las finanzas y se termina comprendiendo el gran problema del sistema. Sólo 216 páginas después.
 

Brillante.

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Carla Palenzuela

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La joya escrita de Joris Luyendijk

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